Reseña: Anwar Iván Vargas.
Etnografías contemporáneas: un proceso que demanda compromiso con la dimensión ética de la investigación.
Esta reseña pretende resaltar e identificar las fortalezas y debilidades planteadas en el artículo; “El proceso de investigación etnográfica: Consideraciones éticas”, Etnografías Contemporáneas, 1 (1), pp. 162-179, escrito y publicado por Restrepo, Eduardo (2015), antropólogo colombiano egresado de la Universidad de Antioquia (Medellín), con estudios de maestría y doctorado en la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill, ex-presidente de la Asociación Latinoamericana de Antropología (2015-2020) y profesor en diferentes universidades. Reconocido, por la publicación de artículos, libros e investigaciones sobre afrodescendientes en Colombia y otras líneas de investigación.
Resumen:
El autor Restrepo, Eduardo, en este artículo, (2015); hace un llamado frente a los límites y desafíos que se presentan en todas las fases del proceso investigativo a quienes él describe como: etnógrafo-asaltante y etnógrafo-indiferente, tras confrontar las posiciones éticas observables en la práctica etnográfica contemporánea. Deja en claro; que, la ética de la investigación no se puede limitar a una fase concreta como lo es el trabajo de campo, donde se produce el grueso de los “datos” y donde a menudo se concentran las interacciones con las poblaciones o individuos que se estudian. Por el contrario; la ética etnográfica debe considerarse una reflexión y posicionamiento sobre el conjunto de principios que deben orientar las prácticas asociadas a la investigación en sus diferentes fases. En este sentido; comparto con mucho respeto lo expuesto por el autor Restrepo, puesto que; toda investigación debe ser asumida con principios éticos de principio a fin. Donde prevalezca el trabajo en equipo, la idoneidad profesional, la responsabilidad social y mucha pasión, no obstante, el abordaje del individuo o comunidad que será estudiada debe hacerse con empatía, trasparencia y trato humanizado, que represente un compromiso con ese individuo, lugar o comunidad para no caer en el estilo etnográfico conocido como (conocimiento-florero), ni en el (estilo extractivista).
Introducción:
En el artículo “El proceso de investigación etnográfica: Consideraciones éticas”, Etnografías Contemporáneas. Restrepo, Eduardo (2015); el autor presenta varios conceptos para definir la etnografía, así:
• La etnografía es una técnica de investigación que estaría definida por la observación participante (Malinowski, [1922] 1993).
• La etnografía es un encuadre metodológico que resalta las descripciones e interpretaciones situadas de la vida social y sus actores desde una perspectiva que puede ir de pequeños hechos o situaciones de personas concretas a grandes problemáticas. Es considerada también, un conocimiento situado que puede ser generalizable, o sugerente para entender desde; la cotidianidad y el contexto existente y vivido por un grupo de personas, los interrogantes de las ciencias sociales. No recurre al estilo trascendentalista y normativizante de la reflexión filosófica o de los estudios políticos (Guber, 2004).
• La etnografía es la manera de abordar la investigación misma, interpretado por algunos como etnografía en situaciones que no implican observación participante, ejemplo; la interpretación de documentos históricos o investigaciones basadas exclusivamente en informantes (Comaroff y Comaroff, 1992).
Otros ponentes proponen:
Etnografía como un tipo de escritura (Geertz 1999). Por ejemplo: Un artículo, un informe o documentales realizados por antropólogos donde se relata de manera muy concreta aspectos que se suponen verídicos de la vida social de unas personas, a menudo con base en las experiencias del mismo etnógrafo, ej: un libro que describe a la sociedad indígena kogi de la Sierra Nevada de Santa Marta.
La etnografía es un género literario, resultante de una investigación empírica rigurosa para dar cuenta de aspectos de la realidad social.
Etnografías clásica es la que se desarrolla en un sitio concreto: una vereda, un poblado, un barrio o una ciudad. Una institución (escuela o alcaldía, por ejemplo), una organización (movimiento social o una ONG, por ejemplo) o una empresa.
Etnografías multisituadas, investiga desde distintos sitios (Marcus, 2001). Por ejemplo; estudios sobre comunidades transnacionales o migrantes que van desde su lugar de origen hasta los lugares donde migren. Etnografías sobre productos artesanales o manufacturados y etnografías del ciberespacio y de la cibercultura (Beaulieu, 2004; Mayans, 2002), también conocidas como etnografías digitales o virtuales.
Consideraciones éticas
En su análisis, el autor de este artículo concibe la investigación etnográfica cómo un proceso que comprende diferentes fases, que van desde su diseño hasta la presentación de resultados y su primera consideración es, que la dimensión ética debe ir intrínseca en todas las etapas del proceso investigativo, de ahí; que considera a la ética como una dimensión transversal al proceso de investigación etnográfico en su conjunto.
Para emitir sus consideraciones, Restrepo, se refiere más a los neófitos etnógrafos que a los curtidos colegas. Introduce dos figuras (la del etnógrafo-asaltante y la del etnógrafo-indiferente) que le permiten argumentar en contraste, sobre las reflexiones y prácticas de la ética de la investigación etnográfica en poblaciones subalternizadas, por razones pedagógicas.
¿Quiénes son estas figuras y estilos?
1.El etnógrafo-asaltante de estilo extractivista. Es aquel que llega de improvisto a un “lugar” como si fuese un paracaidista” y aborda a las personas de forma agresiva e intempestiva, para “sacar” los datos o información que necesita sin importarle la disposición y el tiempo con el que cuentan las personas. Solo le interesa su investigación y convierte a las personas en “fuentes de información o de extracción de datos”. Se apropia de los conocimientos de otros, mediante la coerción o ciertos artilugios. Es la extracción de datos lo que predomina en este modelo o estilo de investigación etnográfica. El gesto etnográfico consistiría, precisamente, en una toma de distancia epistémica, en una desnaturalización y descentramiento (Grimson, Merenson y Noel, 2011).
Por otro lado; se estudia al etnógrafo indiferente (con conocimiento-florero) quien amparado bajo el concepto de objetividad y neutralidad, obviamente discutibles, observa con cámara y grabadora en mano apaciblemente desde su posición, la dramática situación del investigado sin importarle la suerte del mismo. Es notoria la indiferencia del investigador y la falta de conocimiento para enfrentar la urgente problemática de quien agoniza. Su interés es bastante alejado y descontextualizado de la situación que experimentan las personas que son investigadas. Su propósito a menudo es el de escribir un artículo para ser publicado en una revista o el de entregar una tesis como requisito de grado. En ambos casos lo que se busca es un beneficio en su carrera profesional, “adornar” las hojas de vida de los investigadores, posicionarlos en sus carreras, en lugar de ser relevantes ante las urgentes problemáticas sociales y políticas, a esto se le llama producir un “conocimiento-florero. Precisamente la discusión se inicia a partir del análisis ético que caracteriza a estas dos figuras en las diferentes fases del proceso de investigación
Etapa 1: Diseño de la investigación
Consideraciones éticas: pertinencia social y política y, viabilidad ética.
Lo primero que hay que valorar es ¿qué tan pertinente resulta la investigación en términos académicos y que tan viable es en términos éticos? de modo que, sea significativa para las personas que van a ser investigadas y no poner en riesgo o afectar negativamente a las personas a las cuales se va a abordar, por tanto; se debe evitar preguntas imprudentes o conversaciones fuera de contexto. No es suficiente con hacer “buena ciencia”; éticamente, es necesario hacer “Ciencia imaginativa y comprometida.
En esta fase se debe plasmar y sustentar la formulación de un problema de investigación de manera clara, teórica, sólida y sistemática sin desconocer los estudios existentes. Implica la presentación del procedimiento metodológico y de las técnicas de investigación que se requieren para dar cuenta del problema.
Es evidente que para el etnógrafo asaltante como para el indiferente, esta consideración ética no es relevante si para él, lo importante es “obtener” la información indistintamente de los riesgos o efectos negativos que corra el individuo u objeto de la investigación. Comparto la posición del autor cuando asegura que la agresión del uno y la desconexión del otro no se alinean con las preocupaciones que un etnógrafo responsable debe tener.
Etapa 2: Trabajo de campo.
Consideraciones éticas: En esta fase se mencionan:
1. La transparencia como principio relevante.
2. No generar falsas expectativas y respetar los ritmos y cotidianidad de las personas que serán estudiadas.
Comparto totalmente con el autor que no es ético realizar investigaciones de manera oculta o secreta sin el conocimiento ni, consentimiento de las personas que estudiamos. Informarles y solicitar el permiso correspondiente para adelantar la investigación etnográfica en el lugar, comunidad u organizaciones donde se prevé realizar el trabajo de campo es una actitud de respeto a las autoridades o personas que serán abordadas en su buena fe. El etnógrafo debe respetar los ritmos y cotidianidad de las personas. No debe interrumpir innecesaria e irrespetuosamente ni, violentar con su presencia a quienes lo han recibido. No pasar por encima del respeto, la dignidad e intimidad de la gente, no puede implicar ningún tipo de agresión física o simbólica. Es éticamente reprochable obtener información a costa de importunar y violentar el ritmo de vida de las personas.
Restrepo, agrega, que tanto el equipo de trabajo como la comunidad deben estar claros en el propósito de la investigación, sus implicaciones y significado. Los investigadores deben ser idóneos, competentes y honestos evitando engañar o generar falsas expectativas. Por tanto; es recomendable hacer un trabajo pedagógico con la comunidad que será investigada, entregarles información e instrucciones escritas, realizar reuniones con las personas y con sus líderes para darles a conocer tantas veces como sea necesario, en que consiste el estudio y cuáles pueden ser sus implicaciones en un futuro; utilizando un lenguaje sencillo y abierto, sin esconder ningún tipo de equipo de grabación, ni engañar. Las verdades a medias son cuestionable” desde una perspectiva ÉTICA.
En este sentido, tanto al etnógrafo-asaltante como al etnógrafo-indiferente, les tiene sin cuidado la idea de ser transparentes con las personas estudiadas. Ellos irrumpen con sus aparatos y equipo de investigadores a la gente, sin tomarse la molestia de contarles o consultarles. Amparados en su posición de científicos o académicos se imaginan que están por encima y más allá de las personas estudiadas, a las que consideran como su “objeto de investigación”, lo cual evidencia uno de los grandes problemas éticos de los modelos de investigación social positivistas convencionales: la deshumanización de otros seres humanos por parte de alguien que se ubica a sí mismo como sujeto de conocimiento.
El etnógrafo-indiferente, es una viva expresión del proceso de deshumanización en la investigación social, que muchas veces se excusa en una falsa equiparación entre rigurosidad y desentendimiento, entre objetividad y cinismo . La falta de claridad ética y política del investigador, lo lleva a tratar a las personas que estudia como simples objetos, como simples medios para lograr los objetivos laborales o académicos, propios. Ser cautelosos y pacientes es una buena estrategia.
Etapa 3: Análisis de la información
El análisis consiste en organizar e interpretar la información resultante del trabajo de campo en aras de definir las líneas descriptivas y argumentativas que serán plasmadas en la presentación de los resultados.
Consideraciones éticas:
No es ético modificar los datos para que encajen con lo que esperamos, ni inventarse hallazgos para fortalecer un argumento o interpretación. Debemos tener la suficiente humildad para encarar los resultados arrojados por nuestro análisis, independientemente de si nos gustaría que estos fuesen distintos. Hay que tener una simetría en el tratamiento de la información arrojada por el trabajo de campo, y no inflar u opacar los resultados que no nos gustan porque se alejan de lo que esperábamos encontrar o porque cuestionan alguno de nuestros argumentos más preciados. La investigación etnográfica tiene como propósito comprender el mundo sin importar si nuestros deseos son o no correspondidos. No debemos olvidar que inventarse hallazgos o acomodar los datos es fraude. Tampoco se deben cancelar los resultados de la labor de investigación etnográfica cuando estos no corresponden con las expectativas fijadas de antemano (Grimson, 2011).
Una consideración ética estrechamente relacionada consiste en ser honestos con la información y hallazgos producto del trabajo de campo, sin pretender inflar o esconder los soportes empíricos en los cuales se basan nuestros argumentos. Es éticamente cuestionable esconder las debilidades metodológicas de la investigación para dar una falsa impresión de solidez de los fundamentos empíricos sobre los que se soportan nuestros argumentos e interpretaciones. Reconocer lo puntual y provisional de nuestro fundamento empírico es una actitud acorde con una adecuada posición ética.
Etapa 4: Presentación de los resultados de la investigación etnográfica
La presentación de los resultados debe darse en la forma más adecuada: puede ser en forma de texto escrito (como un informe, tesis, artículo publicable o un libro), en formatos audiovisuales (como en el caso de un documental, una exposición fotográfica o un programa de radio) o en charlas (ponencias o exposiciones orales). Todas estas hacen parte de la etnografía como género literario de la que se habló al comienzo del artículo. Preferiblemente entregarlos y presentarlos personalmente para que sean de más fácil apropiación para ellos.
consideraciones éticas
• Entregar adecuadamente los resultados a las personas con las que se ha llevado adelante la investigación.
• proteger la identidad de las personas que entregan datos o información que de alguna manera pudiera ponerlos en peligro o signifique inconvenientes. En este caso la estrategia sugerida es cambiarles de nombre, usar seudónimos, transformar lugares y tiempos para evitar identificarles o, no comentar los datos que deben ser reservados.
Según el autor, Restrepo Eduardo, las figuras del etnógrafo-asaltante y la del etnógrafo-indiferente son ajenas a estas consideraciones éticas porque se encuentran lejos de gestos éticos como presentar sus resultados a las personas que han sido sus “objetos de estudio” o considerar los riesgos derivados de sus escritos para tales “objetos”. Para el etnógrafo-asaltante y el etnógrafo-indiferente, en una actitud abiertamente egoísta, son sus intereses personales los que priman por encima de los de las personas que se encuentran investigando. Esos intereses no pocas veces suponen “venderse al mejor postor”, con lo que reciben no solo una remuneración económica, sino también una en su capital simbólico para escalar en sus carreras académicas. Su labor responde a la “empresa científica” y sus articulaciones a los imperativos del mercado. No obstante; si bien es cierto que en ellos priman sus intereses egoístas, en este caso, no me atrevo a generalizar y pensar como lo hace el antropólogo Restrepo, ya que considero que puede haber excepciones dentro de este tipo de etnógrafos que podrían por un momento medir las consecuencias de su proceder y revaluar la presentación de los resultados para no correr riesgos.
Conclusiones
•Todo profesional que desee prepararse para entrar al mundo de la investigación etnográfica, debe hacer una alto y apropiarse de estas consideraciones éticas para no cometer las faltas y abusos que menciona el profesor y antropólogo colombiano, Restrepo Eduardo, en este artículo.
•Es hora de re-valuar los conceptos de objetividad y neutralidad basados en nociones de la investigación convencional que se encuentran marcados por la idea de la ciencia positivista del siglo XIX, donde se asume que la radical separación entre el sujeto y el objeto, así como entre los valores y los hechos, conduce a la producción de un conocimiento que se asume como objetivo y neutral.
•En contraposición con las figuras del etnógrafo-asaltante y la del etnógrafo-indiferente, la investigación etnográfica requiere un etnógrafo-comprometido con la dimensión ética de cualquier investigación etnográfica. Por supuesto que esta dimensión ética se expresa cuando hay una identificación política con las luchas de los sectores subalternos, pero no se circunscribe ni agota en tales identificaciones.
•Coincido en que las consideraciones éticas que representa a un etnógrafo-comprometido deben ser: responsabilidad social y política, transparencia, respeto, honestidad, prudencia, sensibilidad y actitud humanizada con las personas que le proporcionarán los datos para sacar adelante su estudio en cualquier tipo de investigación etnográfica, y no solo en éstas donde hay una identificación con las luchas de los sectores subalternos
•Proteger la vida de todos los participantes debe estar por encima de todo. En este tema “el fin, no justifica los medios”. Nada justifica el poner en riesgo a quienes te facilitan el beneficio de hacer bien el trabajo investigativo. Las figuras del etnógrafo-asaltante y del etnógrafo-indiferente deben servir solo como referentes nefastos de las prácticas éticas en la investigación etnográfica las cuales, no se deben seguir imitando.
Bibliografía
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