En How to tell stories with networks los autores proponen una serie de estrategias y formas de leer grafos, es decir, visualizaciones de redes, de una forma en la que es posible asignar sentidos narrativos a sus disposiciones y estructuras. De este modo, el texto establece una manera alternativa, pero conectada y complementaria, a los modos tradicionales de analizar las cualidades matemáticas de los grafos, que ya cuentan con un extenso desarrollo teórico y tecnológico. Venturini et al. así proponen que las redes representadas en grafos, además de la potencia en claridad que las ha convertido en herramientas analíticas de uso extendido en el presente computacional, pueden ser vistas como metáforas de la vida colectiva y pueden ofrecer lecturas más profundas en términos interpretativos acerca de nuestras formas de entender y narrar el mundo.
Para explicar su estrategia de lectura de grafos, los autores hechan mano de un concepto popularizado por el psicólogo James Gibson: las prestaciones, o affordances, en inglés. Las prestaciones de un objeto son la posibilidades de acción que percibimos en él a través de sus cualidades: por ejemplo, la oreja de un pocillo se “presta” para agarrarla y el asiento de una silla se “presta” para sentarse. Del mismo modo, de acuerdo con Venturini et al. los grafos se “prestan” narrativamente, pues, a través de sus cualidades podemos descubrir aspectos narrativos con los que estamos familiarizados cognitivamente. De hecho, esta idea se extiende a las visualizaciones de datos en general; como cualquier objeto, las visualizaciones tienen prestaciones particulares. De tal punto de vista surge la propuesta de leer los grafos como redes narrativas. Una aclaración importante que hacen los autores es que no es el caso que las redes sean en sí mismas narrativas, sino que “poseen” narratividad, en el sentido en el que pueden evocar esas interpretaciones en quien las lee, de la misma manera en la que los objetos evocan prestaciones más no las contienen intrínsecamente. De esta forma, leer redes como narraciones es una actitud que puede tomar quien las observa como estrategia analítica si tiene la disposición adecuada.
Concretamente, la estrategia que proponen Venturini et al. consiste en proyectar sobre los grafos elementos narrativos comunes que ya han sido estudiados extensivamente por las teorías narratológicas: los personajes, la trama, los eventos, la situación, la temporalidad y la causalidad. De tal estilo de lectura surge la posibilidad de ver con nuevos ojos las condiciones topológicas que ya se estudiaban en los análisis matemáticos de los grafos. En mi opinión, ese el aspecto más interesante del texto: no es que estén formulando nuevas cualidades de los grafos, están formulando nuevas formas de leer las cualidades que ya conocemos, pero de una forma en la que nuevos sentidos se revelan; nuevos sentidos cualitativos más que cuantitativos. Así, los autores proponen ver la forma general del grafo, el estado de los nodos y sus conexiones de acuerdo a tres modos de lectura:
—El panorama: ver los “campos” o grupos de nodos que, por los algoritmos aplicados computacionalmente para disponerlos en el espacio, se encuentran cerca entre sí. Esto correspondería tradicionalmente a lo que se denomina la “topología” del grafo. Leer estos “campos” permite ver afinidades entre los nodos que pueden entenderse como agrupaciones narrativas de bandos o de comunidades. También, observar los clústers permite vislumbrar desbalances o ver cómo la narración para la que el grafo se presta insinúa cierto desarrollo. Aquí hay que decir que los autores utilizan la Ílíada para ejemplificar todas sus lecturas, pero, en principio, las ideas aplican para cualquier grafo, sea la representación de una historia o no, pues no se está tratando de analizar una historia sino de leer el grafo narrativamente.
—La avanzada (the vantage): leer la avanzada implica buscar los nodos que tienen lugares importantes dentro del grafo como lugares de paso o como puentes, pues narrativamente puede querer decir que están involucrados en momentos clave de la interacción entre los elementos que conforman la red. Esto es equivalente a lo que normalmente se entiende como “centralidad” y como “portería” (gatekeeping) en los análisis matemáticos. Los lugares de paso están ubicados en los nodos con más conexiones, y son equivalentes a los héroes o los protagonistas de las historias, mientras que los puentes no necesariamente son protagonistas, pero sí son elementos que permiten conectar grupos y momentos disímiles de la historia.
—El trayecto (the journey): implica leer las conexiones extendidas que se establecen entre elementos del grafo. Esta lectura narrativa puede ser equivalente, aunque no exactamente, al análisis de la centralidad de intermediación (o betweeness centrality), en la que se calcula la influencia de un nodo de acuerdo con el número de veces que lo incluyen los caminos más cortos entre otros dos nodos. El trayecto, como su nombre lo indica, permite ver cosas como los atajos narrativos, es decir, conexiones inesperadas entre elementos, o el “gran tour” o arco narrativo general con el que puede estar organizada la historia. Para concluir, quisiera decir que uno de los aportes más importantes del texto es la idea de que las visualizaciones de datos y los objetos analíticos que usamos para entender un fenómeno son signos que requieren de una cognición individual y de una forma de atención especial para que se revelen sus sentidos complejos. Así, la visualización no es un elemento que contiene sentido, sino que lo posibilita. Tal posibilidad surge si se tiene la práctica y la sensibilidad necesaria. En esa dirección, el texto muestra que es posible arrojar nuevas luces sobre las visualizaciones que ya han sido sobreestudiadadas, que ya se han descompuesto analíticamente en mucho detalle, si se tiene en cuenta la forma como los seres humanos tenemos la capacidad de encontrar narrativas en casi cualquier cosa. El ejercicio que proponen los autores me parece muy interesante y creo que deja abierta la puertaa a que se establezcan lecturas similares con otro tipo de visualizaciones convencionales.