Antes de comenzar quiero señalar que el autor de este artículo plantea sus ideas interesantes de la Antropología Revolucionaria desde el trabajo de campo que experimentó con los maoístas indios.
Primero se deben señalar los cuatro posibles riesgos en los que pueden caer la observación participante, posibles límites del campo de acción de la etnografía revolucionaria planteada en el texto. El primero de ellos es que posiblemente los estudios etnográficos se queden como propuestas de investigación cerradas o parroquiales debido al miedo por la experimentación de las subjetividades de lo otro o los otros. El segundo tiene que ver con el no retorno a la autocrítica. Puesto que, el investigador se sumerge en el agua como pez, el agua son las personas. Sin embargo, puede que el etnógrafo se quede nadando con la comunidad de estudio hasta ahogarse y no salir un flote con sus investigaciones. El tercer riesgo tiene que ver con que el trabajo de investigación no empata. El cuarto y, ultimo, es el que está relacionado con la observación y no pasar por la participación activa de las experiencias de una comunidad.
Una vez que se han señalado las limitaciones posibles para el trabajo del etnógrafo revolucionario, ahora pasaremos a señalar las herramientas de trabajo para superar dichas barreras. Por ende, las cuatro contrapropuestas a lo expuesto anteriormente siguen a continuación.
Un etnógrafo debe plantearse la posibilidad de experimentar un acercamiento o familiaridad con el grupo de personas a estudiar. Dicho alejamiento contiene como propiedad inherente un proceso de alejamiento o extrañamiento. Pues el investigador hace parte del grupo, pero no lo es del todo. Esto es a lo que se conoce como la Intimidady el Extrañamiento. La segunda propiedad de la investigación etnográfica comprometida con la política es aquella que plantea el reconocimiento de la diferencia entre lo práctico y lo teórico-abstracto; es decir, entre lo que se dice y lo que se hace en una comunidad de personas.
Dieciocho meses es el tiempo regulado y estimado para que los doctorandos realicen un estudio serio en una comunidad. Por consiguiente, es la propiedad de La Larga Duración la que permite la configuración de las características de un etnógrafo revolucionario. La tercera característica es aquella que nos habla de la comprensión total, no totalizante, sino completa de los fenómenos y las relaciones sociales de una comunidad. Sin lugar a dudas es un Holismo comprensivo.
La última o cuarta característica tiene que ver con el tiempo y el espacio, porque para comprender los fenómenos sociales debemos trabajar insertados en ellas con plena conciencia:
tiempo
espacio
¿Por qué la observación participante es revolucionaria? El autor plantea que antes de tal asunto, se debe prestar atención a lo que no permitiría un acercamiento a dicha práctica desde un compromiso político y revolucionario. Hace las siguientes advertencias: la etnografía debe evitar caer en un tipo de encierro hermético, no perder la interacción cara a cara con los grupos de personas y no recaer en un precario tiempo para la investigación.
La etnografía es una práctica potencialmente revolucionaria desde la observación participante. Ya que, según el autor, existen dos razones para considerarla así. La autocritica o introspección reflexiva que consigue el etnógrafo cuando convive con personas de otra comunidad. Así como la comprensión de las tensiones entre historia, ideología y acción. El texto se apoya obras fundamentales para sostener su postura revolucionaria. Uno de ellos es Aprendiendo a trabajar de Paul Willis (1978), donde se muestra una investigación sobre los niños de la clase trabajadora, los cuales descubren que siempre tendrán menos éxito que los niños de clase media. Entonces, generan un movimiento de contracultura desde la expresión, el estilo lingüístico y lo visual. Willis, demuestra allí que dicha “contracultura” termina reforzando el estatus quo. El otro libro es Armas de los débiles de James Scott (1985), allí se muestra un sindicalismo activo y critico de los campesinos en Malasia. También, se apoya en documentos que argumentan la idea de que la filosofía y el conocimiento surgen de la práctica. Textos como “Filosofía y praxis” de Gramsci como “Pedagogía de los oprimidos” de Freire.
La observación participante obliga al etnógrafo a mirar la vida de las personas y sus relaciones holísticas. Es por ello que la historia y la acción humana implican una praxis revolucionaria desde la observación participante. La distinción entre practica y teoría es fundamental para comprender el cotidiano de las comunidades. En palabras del autor, la teoría no debe ser de dominio de ninguna disciplina porque la realidad es compleja y variada… ¡Es interdisciplinaria!
El único comentario critico o reparo que tengo para que la propuesta de etnografía revolucionaria se dé que en el texto se declara que solo los antropólogos son los únicos llamados a la revolución, dejando de lado a otros profesionales que posiblemente utilizan la etnografía como forma de emancipación o ruptura con paradigmas colonizadores.
Por John Vargas
II Semestre DCLIN 2021
Shah, Alpa (2017) “Ethnography? Participant Observation, a Potentially
Revolutionary Praxis,”in Hau: Journal of ethnographic theory. 7(1):45-59 (2017)