La interesante descripción que presenta Norman Fairclough en Lenguaje y Poder es una muestra de lo interesante y rico que puede ser el análisis crítico del discurso. La estructuración de diez preguntas que nos pueden ayudar a hacer un análisis crítico del discurso resulta esquemática pero heurísticamente significativa.
Los aspectos del lenguaje en sus formas experienciales, relacionales y expresivas son vehículos que enfocan los discursos desde posicionamientos ideológicos. Las relaciones de poder y autoridad expresas en los modos en que se redacta como por ejemplo los imperativos, son muestra de que en el discurso la relación real o extratextual, se puede reproducir en este, o la pretendida por el emisor. La sobrerredacción como la explica el autor es un indicio de la necesidad de énfasis que el emisor tiene frente al tema y el direccionamiento que quiere hacer, de tal modo que en esta característica se aprecia parte de su intención y definición de un foco de atención. La expresividad por lo general ha estado ligada a la persuasión característica de los discursos, pero es también útil en la identificación de esquemas de clasificación ideológicamente contrastables. Otro recurso de valor en el análisis del discurso es la pretensión de conocimiento y verdad que se tiene por el emisor en tanto la modalidad categórica empleada hace transparente, neutral y atenido a los hechos el contenido informacional, sin embargo esto es de interés pues puede estar fundado en bases ideológicas como en los abundantes casos de falsas noticias actualmente.
Desde la perspectiva del análisis, la forma del discurso, sus conexiones, sus metáforas, sinonimias, su redacción, sus conexiones dentro y fuera del texto, los significados, el centro del mismo, develan desde un punto de vista crítico las relación de autoridad, control y poder, así como la jerarquización social, segregación y estereotipos. Fairclough presenta ejemplos de diversa naturaleza como declaraciones de profesionales, artículos de prensa, anuncios publicitarios, entre otros, en donde se interpreta el texto a la luz de estas herramientas. Sin embargo es posible observar que, si partimos de un análisis crítico con interés en los aspectos ideológicos hay unos márgenes importantes que someten al propio análisis a niveles de ambivalencia, en tanto el propio análisis es objeto de análisis ideológico. Hacer una lectura pretendidamente objetiva del discurso resulta una tarea que puede tornarse compleja dada la multiplicidad de significados contextualizados que puede suponerse en el contenido del discurso, así como en las intenciones adjudicadas al emisor sobre la base de las técnicas del análisis y sobre la definición de categorías ideológicas.
En el análisis del discurso debe reconocerse su carácter interpretativo y fundamentado en bases también ideológicas. La sola adjetivación del análisis como crítico, lo ubica en un contexto de enunciación y muestra la diversidad de interpretaciones que se pueden hacer. Solo la categoría “ideología” está direccionando el sentido que se le dan a las modalidades empleadas en la construcción del discurso; en ausencia de esta, creo que las modalidades adquieren un sentido distinto.